Hasta 1950, España era básicamente un país agrícola y emigrante. Entre 1850 y 1950, 3.500.000 españoles emigraron hacia América, como cifra estimativa. La tendencia de la diáspora española a unirse durante los siglos XVIII, XIX y XX constituye una de las notas distintivas de la historia de la emigración hacia Iberoamérica
Antecedentes
Revisando la Historia de España encontramos la génesis de estas emigraciones masivas apuntadas. En la segunda mitad del siglo XIX la población española crece vertiginosamente y, entre otras razones, se produce un éxodo masivo hacia las ciudades, tales como Barcelona, Bilbao y especialmente Madrid. La creciente prosperidad en las colonias o ex colonias americanas sirvió como válvula de escape al desempleo y la falta de oportunidades de la España decimonónica. Además, fue uno de los medios de evasión para los pobres que no podían pagar la Redención del Servicio Militar (1.200 pesetas) y emigrando podrían evitar ser llamados a filas, con las consecuentes penurias y riesgos subyacentes en las abundantes guerras de aquellos tiempos. Esta avalancha migratoria, en especial proveniente de regiones periféricas como Canarias, Galicia, Asturias, el País Vasco y Barcelona significaba también un alivio al desempleo reinante en España y una oportunidad luminosa para los jóvenes emprendedores ansiosos de ¨hacer las Américas¨, como se le llamaba en la época el cruce del Atlántico para irse al Nuevo Mundo
Muchos de los descendientes de españoles de seguro recordarán historias contadas por nuestros abuelos sobre su salida de España. Por ejemplo, el abuelo Domingo relataba su partida desde el puerto de Santa Cruz de La Palma, escondido en un barril de papas o patatas, para no pagar el pasaje con destino a La Habana, adonde dos años antes había viajado su futura esposa junto a tres de sus hermanos; todos con un único objetivo: intentar mejorar sus vidas. He aquí un ejemplo ilustrativo del ¨efecto llamada¨, término acuñado últimamente para describir la importancia de las relaciones interpersonales, que en su momento y a través de medios precarios a tono con la época, hizo llegar hasta este potencial emigrante informaciones de primera mano sobre la Isla y sus bondades, en especial las oportunidades ofrecidas por el cultivo del tabaco en Vuelta Abajo y en Vuelta Arriba. Tales circunstancias impulsaron al enamorado tinerfeño a buscar un salario más digno para acumular algo de dinero y luego unirse a Andrea (su prometida), arrendar un pedazo de tierra donde definitivamente fundar una familia. Es decir, la aventura de Andrea y sus hermanos varones (de cierto nivel cultural para la época) sirvió de apoyo a Domingo y su primo Ángel para intentar encontrar la felicidad y la prosperidad en la Isla Caribeña. Las posibles similitudes con la actualidad no son casuales, más bien confirman la regla: los ciclos se repiten. Y estas circunstancias se repiten en los hispanos emigrantes a Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay o México, por sólo mencionar los 6 grandes países de acogida a la emigración española.